foto por luciérnaga
Invisibles gigantes en deshielo,
enormes masas de roca durmiendo,
oleadas de frío naciendo,
barcos glaciares navegando
hasta su deshielo; conos polares
de nívea vainilla
y un verde que se niega
a morir y se agazapa
a la roca con su último
suspiro.
El viento susurra a bocanadas
el secreto del origen del tiempo,
islas de azul y hielo navegan
libres, besando al cielo,
leches glaciares fluyen por
los mares,
azúcar impalpable rocía
montañas cortadas,
retinas conmovidas
se transforman
en flashazos eternizadores.
Monumento a eras remotas,
olvidadas, enmarcado entre
dioses de roca sagrados.
Rayos de sol tímidos pero
envidiosos, penetran las aguas
haciéndolas brillar
como diamantes y así sentirse
parte del espectáculo…
de varios brazos y
patas observan con sus ramas,
fingiendo ser entes petrificados,
nubes envidian su blancura
a los blancos llanos
de la Patagonia que
desdibuja la belleza de su
común encanto.
Vientos rompecostillas,
fríos de ultra mar,
barcos poblados de turismo,
colores antárticos en
azul pistacho, azul pitufo.
Retazos de corazones rotos,
fríos, olvidados,
flotando en las aguas del tiempo,
y el espíritu del gran carroñero,
desde lo alto,
nos vigila en la levedad
de su existencia.
En el fin del mundo,
a veces inicia todo,
en el comienzo, a veces,
se encuentra el FINAL.
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