Foto por: luciérnaga
Cuando la impavidez del transporte urbano
Ahoga y perdura en su engaño-truco
De movilidad, estrés y rutina.
Cuando el obrero cansado cree
Que huir al hogar es su única salida.
Cuando se encienden los faroles
Para apagar a estrellas y luciérnagas,
Cuando crecen los tejados con sombras,
Marañas y otras lagañas exiliadas.
Nace una luna diente de oro
En medio de una carcajada azabache.
Luna siempre solitaria, pollito huérfano,
Empachada de inocencia de mimbre.
Cuando el hambre callejera
Se refleja llucha frente a escaparates.
Cuando ventas ilegales, ambulantes
Gruñen entrañas vacías de afecto.
Cuando agua de panela con cuchara
Es el único combo de la vieja lavandera.
Cuando sabuesos callejeros y niños
Inventan bacanales de basura.
Nace una luna queso de ambrosía,
Luna galleta de avena, rocío de miel.
Luna natilla, flan de caramelo,
Bizcochuelo, manjar de leche,
Cuento consolador del abuelo.
Cuando el indio reniega de sus huellas,
Luna maíz, mazorca perfecta, preñada de Inti.
Cuando el negro restriega su piel,
Luna obsidiana, grano de café, rostro de Pacha.
Cuando el mestizo no se encuentra,
Luna fanesca, péndulo constante, wipala sinfín.
Cuando el cristal de la buseta
Es una pantalla de cine mudo,
Y la córnea una danzarina
De casas, autos y montañas.
Nace una luna girasol, mariposa,
Luna quinde, aleteo imperceptible,
Que se suspende en el vacío.
Luna botón de oro, en levita oscura
Engalanada para un baile de tuertos.
Luna que al día siguiente de parida,
Voltea su mirar al sol envidioso
Para robarle un último beso antes de
Comerse de nuevo a sí misma
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