domingo, 21 de diciembre de 2008

dE bOcA eN bOcA...

lady in red

foto jocha de: David Guzmán - http://desdelpupo.blogspot.com

Boca que se entrega
a todos los rostros que ama.
Boca como esperpento para
deglutir palabras de aliento,
salivas enconfitadas,
carnes acorazonadas.
Labios que generan placenteros
cánticos de ultratumba,
traición de carnes,
fidelidad de sentimientos.

Boca selladora de
sentencias de muerte,
boca cosecha de
alegorías a la vida,
boca cual semen fecundo,
nutriéndosede
noches instantáneas,
de horas de ficción,
de letras improvisadas.

Boca recortadade películas treintañeras,
del Cinema Paradiso,
del acento francés,
encuentros prohibidos
y un rabo de luna.

Boca piernas abiertas
de deseo…
Y por eso
de boca en boca,
ansía un poco de
esmero,
cada vez que
entra y sale
a un nuevo
boulevard.

viernes, 12 de diciembre de 2008

manos - capítulo final

manos y vasija barro
foto por luciérnaga

12

Éramos tres. Los dos vigilaban y yo me dediqué a pintar. A las 2:45 el trabajo estaba terminado cuando oí un par de disparos, luego silencio.

Empecé a correr, pero había olvidado firmar, eso es imperdonable para un artista. Metí ambas manos en el tarro de pintura y las coloqué de palmas en la parte inferior izquierda de la pared.

Un haz luminoso me cegó por unos segundos, seguidos de un ardor profundo en las muñecas. Cayeron como empanadas, una después de la otra y la sangre empezó a fluir.

No podía levantar mi cabeza, solo vi un par de botas negras y una voz ronca que me injuriaba, vandagloriándose por el ascenso que tendría por haberme atrapado. Otro par de pasos se acercaba, un ¡te pasaste de la raya!, un golpe seco y el par de botas cayeron a mi lado. En ese momento supe quien me había atacado.

Alguien me levantó y llevó a un auto. Me apreté las llagas contra el pecho para evitar la hemorragia y me desvanecí. Nunca vi su rostro, pero escuché claramente cuando me ordenó callar lo sucedido si quería seguir con vida y que me olvidará de todas estas estupideces.

Ahora me entiendes, sabes porqué no te busqué. Tú no me extrañabas a mí, como lo dijiste en esa carta que recibí unos días antes, eso lo supe desde el mismo día en que tu mano rozó mi palma al regalarme tus carboncillos.

Las amabas a ellas, las deseabas a ellas, no a mí. Me arrepiento de haberlas perdido. Ese no era mideseo, no fue una causa justa. Pues al levantarme de la cama del hospital, descubrí que mi país sigue siendo una mierda, que para el mundo mis manos solo sirvieron para hacer ‘justicia divina’.

Ellas, que tenían vida propia y hacían lo que querían contigo, encontrando siempre el lugar exacto, en la tercera costilla derecha, que te hacía elevar hasta el punto donde me amabas de esa manera.

No sé si ahora te sirvan de mucho, sé que las tienen congeladas en la morgue, esperando que su dueño vaya y las recobre. No nos hagamos los tontos, siempre te pertenecieron.


FIN

miércoles, 10 de diciembre de 2008

manos - capítulo 11


11
Por fin se levantó, dice la enfermera que enseguida me ayuda a ponerme las zapatillas. Dice no entender cómo pudieron hacerme esto, que es una salvajada. Le indico con mis ojos el jarro de agua del velador, ella entiende el mensaje y me da de beber.

Cepilla mis cabellos. Mientras me hace una cola, me recomienda ir a la Policía a denunciar el siniestro. Se me escapa una risita. Me hace una última revisión, todo está bien, dice que puedo irme cuando quiera. Recuerda dejar la puerta abierta al salir.

Atravieso el corredor hacia la salida, ahora entiendo por qué me miraban como bicho, la sangre se nota más en las ropas blancas. Llego al portal de cristal y lo abro empujando con mi codo, ahora imprescindible. Ya fuera veo al Pichincha lleno de lucecitas, ya es de noche.

Camino varias cuadras, intento llegar a casa. Un almacén de electrodomésticos está aún abierto, mucha gente se detiene en el escaparate y ve a los televisores. Es el noticiero de las ocho, hablan del acto vandálico de la noche anterior. El periodista que está en el Palacio de Gobierno, describe con ayuda de la cámara el grotesco dibujo realizado en las paredes antes blancas. También habla de un gran charco de sangre a su lado, no se sabe nada del asunto. Aunque hay quienes afirman que había dos cuerpos tirados en la calle, a solo unos pasos de allí, pero desaparecieron.

La Policía dice que no llegó a tiempo para saber quiénes eran y atraparlos, que no vieron ni escucharon nada. Sobre la sangre y los supuestos cuerpos, suponen fue una lucha entre pandillas en la que nada tuvieron que ver.

Van a regresar a estudios centrales pero, noticia de última hora. Acaban de encontrar un par de manos, sí, aunque no lo crean, dice el periodista, un par de manos, aparentemente de mujer, arrojadas a 50 metros del lugar de los hechos. Parecerían ser las manos que firmaron en cada pared que fue pintada, puede que las hayan cortado con una espada. Los miembros, ahora inertes, se muestran en medio de la hierba de palmas, como suplicantes. Están untadas de pintura negra.

La Policía obliga al camarógrafo a cortar la tansmisión, se ven preocupados. Justicia divina, menciona alguien en la multitud. Meto mis brazos debajo de la chompa y continúo mi recorrido.


... y continúa...

lunes, 8 de diciembre de 2008

cuento de hadas en Mindo

El despertar mágico desde la casa-árbol...
vista desde casa-arbol
foto por luciérnaga

me atrapó por el camino donde los duendes toman el sol,
duendes tomando el sol
foto por luciérnaga

donde el hada guardiana del río
hada guardiana del río
foto por luciérnaga

permite a unos pocos buscar respuestas en sus aguas,
buscando respuestas
foto por luciérnaga

disfrutar monólogos simultáneos para al fin....
monólogos simultáneos
foto por luciérnaga

descubrir el amor del agua.
agua-amor
foto por luciérnaga

manos - capítulo 10

Veo una silueta que se dibuja entre las sombras. Y son uno, dos, tres, cinco tentáculos de medusa que nadan, flotan, materializan y se fijan en los surcos de tu espalda, sobre tu ropa. A veces vestidas de negro, a veces desnudas, pero siempre te buscan.

Son manos, manos que necesitan tus manos, tus dedos. Manos que escriben para sentirse todavía vivas, a pesar de tu ausencia. Manos que tienen todavía dedos, uñas, sangre circulando en su interior y tal vez también una misión, crear.

Inventar en cada rasguño, en cada pedrada, en cada pincelada, en cada caricia, extraños universos de palabras hechas imagen. Formas nuevas y discretas de decirte te amo o te odio. Lugares recónditos en mi vientre donde por fin atraparte, asfixiarte en el compartir de alientos.

Manos para enlazar otras manos, aunque no sean las tuyas, solo para poder sentir por un corto instante la energía del apretón. Manos para construir. Manos lavadas en agua de río o con sangre, pero siempre limpias. Manos de cocinera, de albañil o de borracho, pero siempre productivas. Manos blancas, morenas, amarillas, rojas, azules, pero siempre humanas aunque no todas decentes.

Manos que existen solo en ti, que trabajan por la justicia, hasta cuando están bajo tu cremallera. Manos que te pertenecen antes de yo haber nacido y que te amarán aún cuando ellas me abandonen, porque te pertenecen.

O tal vez, manos para seguir mostrando las líneas de mi palma y encontrar en ellas, mi destino de pared blanca y al fin, manos que te escriben otra carta y tratan de hallarte en este ciberespacio de recuerdos abandonados.

... y continúa

jueves, 4 de diciembre de 2008

manos capítulo 9


manos-rojodiluido
foto por luciérnaga

9
La falta de amor, la desocupación, me motivaron a involucrarme en las causas justas para no perder la razón del ser.

El nuevo profe, era un miembro activo de la JPR. Pronto me convenció de que mis dibujos eran el reflejo de la sociedad falsa y capitalista en que vivimos. Patricio descubrió que mis trazos no eran tan sin sentido, como el resto opinaba, dijo que ellos podrían ayudar a muchos a quitarse las vendas, que debería compartir mi talento y ayudar al cambio.

Empecé a asistir a sus reuniones. Mis manos estrecharon otros ideales y otra realidad desde entonces. El escucharlos me convenció de que la palabra revolución no estaba tan fuera de contexto y empecé a actuar.

Participamos en varias marchas y protestas. El olor a gas y los disparos, me enseñaron otros usos para mis manos que ahora disfrutaban arrojando piedras y haciendo señales obscenas en contra de la masculinidad de nuestros agresores vestidos de ley. Descubrí el significado de la fraternidad con taxistas, indios y buseteros que nos protegían cuando la cosa se puso dura.

Pero la sangre de mis lienzos, pronto se tornó a los cuerpos de mi gente, a las llagas que les dejaban las balas o garrotes perdidos de los chapas en las calles. Yo, que siempre creí en la idea modernista del arte por el arte, ante la impotencia de la injusticia y los abusos que sufrimos por defender la vida, el derecho a una vida digna, convertí mi arte, en arte para el pueblo y en contra del tirano.

Silvio, Buarque, Mercedes Sosa, Jaime Guevara, entre otros, acompañaban mis noches y madrugadas, mientras con mis dedos atacaba al papel, escribiendo o dibujando, o mientras hacía el amor con Patricio en nombre de la revolución. No me enamoré de él, fuiste el único que lo logró, pero lo quería y admiraba profundamente como mi mentor que fue.

Su muerte ‘accidental’ en el paro indígena del parque El Arbolito, así como de otros amigos desaparecidos, despetaron en mí una idea fija. No tardamos más que dos días en prepararlo todo.

Durante un mes completo, con aerosoles en mano, la JPR, representada en esta ocasión por todos sus miembros, asaltó durante las noches las paredes de la ciudad capitalina, para que fueran ellas quienes gritaran a través del graffitti o el dibujo, el dolor de nuestros pechos por el asesinato de tantos que solo usaban su derecho de libre expresión.

Pronto, la plaza de toros, iglesias del centro, centros comerciales, universidades privadas y muchos otros lugares de la misma índole llevaban nuestra huella.

Los medios, la ciudadanía y el Gobierno, se conmocionaban día tras día con la aparición de una nueva verdad. Sabían quienes éramos, pero al mismo tiempo no. Eso es lo bueno del anonimato, de la antipopularidad, te dan oportunidad de ser simplemente un buen fantasma.

Nunca aparecí en TV, no conocían mi rostro. Tenía tanto miedo de que me reconocieras y no entendieras lo que hacía allí, sería imposible me relacionaras. Una noche completa de insomnio fue suficiente para saber cuál sería la jugada final. Vestiría de blanco.

lunes, 1 de diciembre de 2008

manos capítulo 7 y 8

manos rojo
foto por luciérnaga

7
Nunca te importó mi indiferencia y mi traición. Te preocupaba más el actuar bien la tuya.

Dentro de todas las materias que recibí durante los dos años que estuve en la Academia, aparte de tu clase, las de canto eran de mis favoritas. Mi voz no era extraordinaria, pero era una mezzosoprano bastante afinada.

Decidí entonces participar en un coro, haciendo de segunda voz para un evento intercantonal en beneficio de los ancianos. Te pareció bien, aunque no nos veríamos mucho porque los ensayos eran después de clases. A veces te quedabas para escuchar los ensayos mientras calificabas trabajos, pero luego te aburriste. Ya ni te conté que me habían dado un solo en el que hablaba de un viejo escultor de cabellos plateados que trabajaba con estiércol... pero ya no importaba.

Mi parte en el coro estaba tan bien, que me dieron permiso para faltar el jueves. No te lo dije, era una sorpresa, se supone que deben ser así, al menos eso sabía yo.

Tocó la campana de final de clase. Tú te quedaste como siempre arreglando tu desordenado maletín. Estabas tan metido en tu rectángulo de cuero que no notaste que me había quedado en mi pupitre admirándote y yo no noté que alguien más lo hacia desde la puerta.

Cerraste la tapa y por fin me notaste. Nos mirábamos fijamente. Te estoy esperando, dijo la voz de la licenciada de Diagramación. Me quedé helada y tú ni se diga. Hasta mañana señorita Gómez. Habías tomado tu decisión, la arruga sobre tu ceja desapareció y cuando te besó en los labios, yo tomé la mía.


8
La vida siguió. Nunca más volvimos a hablar, mi orgullo no me permitiría aguantar el papel de mártir y tú sabías que no daría marcha atrás. No te vi más con ella, pero me enteré que ella te odiaba por haberla utilizado y abandonado al siguiente día.

Mi noviazgo con Manuel duró seis meses en los que él aprendió mucho y yo disfruté poco. Su inexperiencia, su inocencia, su entrega y devoción total, terminaron por hartarme. Decirle adiós fue difícil, cuando no lo vi al siguiente semestre, entendí que lo herí en verdad. Tampoco estabas, tu reemplazo nos contó sobre tu traslado.

Hoy reconozco que tuve en él todo aquello que te pedí a ti y no quisiste darme, a través de mis preguntas tontas en la cama y con mis manos, siempre con ellas, que no te fueron suficientes para serme fiel o por lo menos sincero. A ellas las extrañarás, tanto como.

Me pica la oreja. Me ayudo con el hombro a pasar la picazón, ¿cómo me rascaré cuando me pique la nuca?

El médico regresa y me explica que en el Patronato ya no se puede hacer más. Que si estoy afiliada al Seguro, podría ir al hospital, que con suerte allí me atenderán mejor y verán alguna solución para mi situación. Que necesitan la cama para otros pacientes, que si quiero pueden llamar a algún familiar para que me ayude con el traslado.

No respondo. Se va gritándome que soy una estúpida o tal vez una sorda y azota la puerta. Me deslizo al filo de la cama con ayuda del tronco y la nalga. Saco los pies en medias debajo de la sábana y los asiento en el piso frío. Con los codos como eje de apoyo me logro incorporar. La sábana cae al suelo. Estoy llena de sangre.

... y continúa

miércoles, 26 de noviembre de 2008

manos capítulo 6

6
Hay un doctor de grande calva y barba espesa frente a mí. Habla conmigo con una voz grave pero aburridora, dice que tuve suerte de haber sido traída a tiempo, si no, quién sabe. Dice que las heridas no se infectaron, que cerrarán pronto, pero tendré que explicar a alguien lo que sucedió.

Escribe algo en su libretín de médico. Me mira detenidamente, ausculta mis ojos abiertos, cree que no lo entiendo, que sigo sedada. Anota otro tanto con su tosca mano derecha que a propósito tiene una fea cicatriz de bisturí desviado y se marcha por la puerta del fondo.

Cree que no lo entiendo, tiene razón, hay muchas cosas que no entiendo. Peor, hay cosas que no tienen explicación, solo suceden. Eso me decías cuando te preguntaba mientras me abrazabas en la alcoba, el porqué te habías fijado en mí. 

Dentro de tu esquema mental, nunca imaginaste que solo esperaba un poco de romanticismo barato, a pesar de mi extraña forma de ser, lo necesitaba tanto como el resto de mujeres. Aunque siempre decías que yo no debí nacer mujer, que era muy descomplicada para serlo, que me iría mejor de elfo.

¿Y si los elfos se enamoraban?

No sé si como un elfo, pero me enamoré. Tal vez porque fuiste el primero en no huir como lo hicieron los otros, al confesar mi fantasía de morir mutilada los miembros por una causa justa. Mejor aún, me apoyaste y nunca te reíste de eso, sabías que hablaba en serio. O tal vez por tus fantasías eróticas que se volvieron carne entre mis dedos, siempre inquietos.

Nunca te lo dije, nunca escuchaste de mis labios si quiera un te quiero, peor un te amo, siempre odie esa palabrería inútil, sin sustancia. Sé que eso te molestaba un poco.

Yo preferí dibujarte mis sentimientos. Preferí recrearlos y actuarlos con mis manos en tu piel o el lienzo. Cada caricia encontró mil te amos suculentos, vaporosos, sutiles, en cada pliegue de tu pellejo, fruto de los años vividos, en tus músculos frágiles, por razones más bien económicas que por falta de deporte. A veces creo que si mis manos hablaran, dirían mucho más que lo que mi lengua hoy calla, pues ellas manejan un lenguaje más sublime y real que las palabras, ellas usan las sensaciones y contigo descubrí muchas.

Como nunca supiste o nunca quisiste saber el porqué te fijaste en mí y en mis ojos, en mi cintura, en mi lecho por casi dos semestres, tampoco me explicaste tu repentina desaparición, solo sucedió.

No tuviste siquiera que irte de la Academia para estar ausente. Te convertiste en un fantasma más del aula de clases, que jugaba al gran profesor y decía cosas muy interesantes de vez en vez, para no perder la admiración de sus alumnas enamoradizas.

De la noche a la mañana dejó de volverme tonta tu mandíbula partida, luego me parecía hasta ridícula. Tus felicitaciones públicas por mis progresos me resbalaban, eran igual al resto, solo que no intentaste convencerme de ir a orientación o al rincón, para meditar la razón para que una joven tan sana y brillante dibujara esas monstruosidades con tanto estilo. Como sí mis dibujos fueran tan diferentes de la realidad en que vivían sus almas, por eso los odiaban, porque a veces parecían un espejo.

No me quedé más después de clases, ya no había nada que decir, todo estaba claro. Mis manos prefirieron descansar en cualquier otro lecho, luego de semanas cortas de inspiración en que hacer quehaceres por las noches, era lo único productivo, ya que-hacer otra cosa no querían.

Por eso conocí a Manuel, quien decía que me amó desde el momento en que crucé el umbral de la puerta como loca y me senté delante de él para tus clases. Nunca supe de su existencia hasta que me despertó cuando me había quedado dormida, en medio de una de tus brillantes cátedras.

Le encantaba la coca-cola, tomábamos dos pequeñas de 20 centavos después de las nueve en el bar de en frente. Tú, ausente siempre, tomabas tu café sin siquiera mirarme, sin cruzar palabra con nadie. En cambio, Manuel sí sabía como expresarse, me llenó en menos de un mes de esquelas, notas, dibujos y poemas en los que según él, yo era la musa que lo inspiraba a descifrar los versos que la luna regala por las noches. Supongo que era el único que disfrutaba del insomnio.

Para evitar el uso de la labia sin condumio, lo agarraba con la derecha de las mechas de su peinado hongo y lo besaba un par de minutos. Luego íbamos a mi casa, en la suya no se podía porque vivía con sus padres, y pasábamos por horas jugando a hacerlo hombrecito, tarea muy difícil cuando es la mujer a quien le sobra experiencia. Hasta que se le acababa el encanto a mi Ceniciento a las doce, cuando llamaba a casa a avisar que terminó el trabajo en grupo y se marchaba con sus ojos de huevo, no sin antes jurarme una vez más amor eterno y besarme en la frente.

Inmediatamente, salía con las sábanas hacia el baño. Me duchaba, sintiéndome mal por hacerle mentir a sus papás y pensando en porqué tú no podías ser como él en todo, menos en la cama, donde siempre disfruté de ser la aprendiz. Aún húmeda y con la toalla en la cabeza, llamaba a tu casa, pero nunca respondiste. Tenías el sueño pesado, cuantas veces me vi en aprietos, cuando por contestar el teléfono al no lograr despertarte, tu madre no entendía que hacía yo allí a esas horas.

Después de llorar un rato, no por dolor, sino por insomnio, me dormía en el sillón que está atrás del balcón...

y continúa...

lunes, 24 de noviembre de 2008

manos capítulo 4 y 5

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foto por luciérnaga

4
El sol entra por las persianas rotas y va directo a mi rostro. No alcanzo a cubrirme y giro a donde estaba el niño, la cama está tendida. Se parece mucho a la tuya, recuerdo que caímos muchas veces en el suelo de duela, por falta de media plaza más que diera campo para nuestras batallas sin balas. Pero al menos nos obligaba a mantenernos enlazados y no solo de manos.

A parte del atractivo de tu madurez, la brillantez de tu mente me deslumbró como a todas mis compañeras. Pero tuve una gran ventaja sobre ellas, era buena dibujante, lo supiste desde el día en que viste mi boceto de tu retrato. Además supiste encontrar en mis dibujos sangrientos, sin sentido y hasta suicidas, ese encanto especial que solo yo valoraba y comprendía desde que empecé a dibujar en los pizarrones de la escuela. Aunque luego las maestras, los borraban y me enviaban a la dirección, a orientación o simplemente al rincón, a reflexionar la importancia de que los perros tuvieran solo una cabeza, de que las arañas no se comen a los niños y otras tantas reglas que nunca aprendí.

Hasta los compañeros se asustaron con mi trabajo, pero tú lo elogiabas. Así, luego de clases me hacías quedar para compartir opiniones que terminaron en salidas al bar de en frente, a tomar café, a tu casa, a la mía... En fin, largas jornadas en que los labios enmudecían y daban paso al diálogo de nuestras manos a través del dibujo, de tus experimentos en la cocina, de mis intentos de canción en tu viejo piano, del contacto de mis dedos escrutando los escasos vellos de tu pecho, de tu índice recorriendo la hendidura de mi espalda o mi meñique tratando de hallar la línea de tus labios casi imperceptibles en la obscuridad. 

Mis manos cobraron una vitalidad especial desde que empezamos a frecuentarnos, a parte de que perdían el control de mi mente en tu cuerpo, empezaron a ser también muy creativas en el papel.

Disimular fue fácil al principio, nuestros ojos de triste mirar por naturaleza, nunca mostraron si quiera una sutil beta de amor de lo que ocurría luego de las nueve todas las noches. Pero todo termina por descubrirse o peor aún, no se descubre nada y termina.

La enfermera vuelve. Luego de poner ojos de arrepentimiento por el incidente con el agua, intento beber agua y esta vez llega a mi estómago sin problemas. Debo descansar.


5
Mi infancia, todas las noches sueño con ella. Será porque fue tan corta pero tan linda que al perderme en ella, me siento querida por alguien nuevamente.

La hija única de un padre único. Mamá se marchó en busca de los sueños que mi presencia en su vida hubiera truncado. Papá fue por tanto mi ídolo y mi todo, pues aunque nunca se preocupó en ser el mejor ejemplo para mí, me amaba mucho y me daba libertad para vivir.... Vivir hasta que el resto se encargó de obligarme a obedecer, dejé de aprender entonces y me metieron a estudiar.

Antes de eso, yo pasaba el día completo en el locacito de cachibaches que papá atendía en el Ipiales. A parte de que jugaba con él y con lo que tenía allí, los señores y señoras de los otros locales que me apodaron “gatita” y no precisamente por mis ojos que son más negros que un capulí, me regalaban golosinas, juguetes, vestidos y otras cosas más interesantes como mi primer carboncillo. Quién diría que la pared posterior del puesto siete de doña Camila, sería mi primer lienzo de garabatos con olor a librillo y papas.

No recuerdo o prefiero no recordar el momento en que me arrancaron de mi familia, en aras de mi educación y de darme supuestamente un futuro. Nunca más supe de papá, al inicio me visitaba, supongo que después se aburrió. Me dijeron que había muerto de colesterol alto, yo prefiero decir que en una tarde de fútbol y cerveza, le extraviaron para siempre el norte y aún no lo encuentra.

martes, 18 de noviembre de 2008

manos - capítulo 2 y 3

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foto por luciérnaga

2

Mi primer día en la Academia de Artes fue terrible, como el primer día en cualquier cosa que se emprende. Me preocupé tanto en lucir bien -a veces el consumismo nos afecta a todos- que por buscar la ropa, peinado, maquillaje perfectos y hasta el tono de voz que usaría, olvidé tontamente los carboncillos sobre el aparador.


Lo recordé justo antes de ingresar en el salón y, como buena desordenada, dejé caer el bolso al piso y empecé a rebuscar sin sentido, pues tenía la completa certeza de que no estaban allí, que bobería. No entiendo porque a veces hacemos eso, engañarnos con conciencia, como creer eso de que la mano derecha no se enterará de lo que hizo la otra. Si ambas son cómplices, la una tapa a la otra pero nunca se desentienden, ambas viven o mueren.


¿Te puedo ayudar con algo? Esas fueron tus primeras palabras para mí, al observar como mis dedos, mis delgados dedos, pintados con esmalte lila que combinaba perfectamente con el buso cuello tortuga, hurgaban de bolsillo en bolsillo, a la vez que mi mente rogaba un milagro que trajera a los carboncillos de regreso a mí.


Olvidé traer mis carboncillos... y no dije una palabra más, pues cuando por fin alcé mi mirada, me perdí en tu quijada partida, en tus labios delgadísimos, en esas orejas de conejo, en esas entradas de tu frente y esa arruga tan sensual sobre tus pobladas cejas.


Sacaste dos barritas de carbón del bolsillo de tu chaqueta y las depositaste suavemente en mi palma zurda, diciendo que no valía la pena que el carbón pudiera arruinar el primer día de una chica tan linda. Gracias. Tomé mis cosas, las metí como puede y me perdí en el salón. Olvidé todo lo que había practicado en la casa, no mire a nadie. Solo me senté en el único pupitre que encontré desocupado junto al escritorio del profesor, pues ni modo, eso me pasaba por entrar de última.


Todos conversaban, pero no me importaba. Tome tus, mis carboncillos y luego de admirarlos como si fuera chocolate, empecé a dibujar. Saqué una hoja INEN de papel periódico y empecé a rayar...te:

Es un buen dibujo, pero diría que las orejas están muy chicas. No podía ser, estabas frente a mí, sonreíste, retrocediste unos pasos y dijiste buenos días!, seré su profesor de composición este semestre.


Me miraste, esta vez no bajé la mirada, sabía que nuestras manos se unirían más allá del papel y se dedicarían a componerse las unas a las otras, a dibujarse y desdibujar las líneas de nuestras palmas, a crear nuevas sensaciones, mientras nos durara.




3
Me duele la cabeza, el techo patéticamente blanco permanece arriba aunque con el mareo empieza a girar. No puedo ni agarrarme las sienes que me palpitan como bombo, ya no están. Las extraño y necesito más que a mis oídos que solo escucharon malas noticias, que a mis piernas que me llevaron por malos pasos, más que a mi lengua que hablaba puras bobadas filosóficas, aunque tuvo la suerte de roer tu paladar, encías, dientes y de vez en vez se sentía una sola con la tuya.... MAKTUB.


He pensado en llamarte, en escribirte, en contarte que fue de mí, que pasó con ellas, luego que te transfirieron a provincia por despecho. Pero tengo miedo, terror de enfrentar esta realidad, donde así te llamará no sería yo quien digitara tu número, si te escribiera, no sería mi mano zurda la que hiciera los trazos, si te viera, ya no podría tocarte o acariciarte o si quiera al menos, golpearte. Porque ya no soy yo, no más, ya no existo igual que antes.


Viene una enfermera gorda y rubia de farmacia que me observa, igual que el niño de la gasa, pero además demuestra lástima. Pobrecita, dice con inspiración, quiénes les hicieron esto, me acaricia la frente. Intento decir algo, pero no surgen las palabras. Ella cree que tengo sed. Levanta mi cabeza con su mano izquierda y me da de beber un poco de agua. La siento como vinagre, clavada en esta cruz sin brazos, le vomito encima.


y continúa....

viernes, 14 de noviembre de 2008

manos - capítulo 1

manos y vasija barro

Foto por luciérnaga
Volví a caer, me desvanecí. Ya es la cuarta vez que esto sucede. No sé dónde estoy, ni cuánto tiempo pasó desde que decidieron que debían abandonarme, es obvia su ausencia.

Las paredes de color rosa enmohecido, me indican que estoy en el Patronato del Norte, ¡qué coincidencia! tan cerca de mi casa, está frente a la feria libre del mercado. Por eso el fuerte olor a cebolla y humanidad.

Tengo una comezón en el muslo derecho, con esfuerzo me rasco con el codo, pero no es lo mismo. Al virar a mi izquierda, noto que no estoy sola en la recámara, un niño con una gran gasa y esparadrapo en la cabeza, me mira como a un fenómeno desde su cama. Me pregunto si estaré muy despeinada y le sonrío. Ahora es él quien se vira.

El techo blanco, me transmite su desesperación. Pide a gritos sordos ser ultrajada, mancillada, violada, yo la entiendo, no soporta el peso ruidoso que le deja el vacío... Y yo, que le hubiera dibujado un par de dragones de dos cabezas entrelazados, en una noche de estrellas luminosas, ya nada puedo hacer. Sus bocas despedirían fuego, las cuatro enfocadas hacia el centro. Allí, habría una casita de madera, donde dormitaría plácidamente un infante.

Sería hermoso, una verdadera obra de arte...
Así elogiabas mis trabajos en la Academia, pero no será esta vez.
Me dejo vencer por el efecto de algún antibiótico inyectado en mis venas y cierro mis ojos....
...CoNtInÚa...

viernes, 7 de noviembre de 2008

lluvia

Teatro Sucre en noche de lluvia
foto por luciérnaga

Una, dos, tres
minúsculas, silenciosas
y recatadas gotas
de rocío crecen
patas arriba en
laderas blanquecinas.
Derramando sus frutos
en las áridas calles y
avenidas; en los desolados
tejados ya sin gatos,
en las cabezas menudas
de transeúntes y uno que
otro loco que al igual
que yo, recibe de faz
a la dulce lluvia mientras
SOLO
Camina.

Resbalan, corren
juguetean por mis
sienes, por mis cabellos
enroscados y húmedos
que se meten por
pestañas y ojos.
Penetra por los poros
a las entrañas y
hasta purifica el alma.
O la lava, de afuera
Pa’ dentro con ayuda
de una que otra gota,
de adentro pa’ fuera
que cura los dolores
que llueven mientras
SOLA
Camina.

Ríos intransitables
de agua se llevan
la basura de todos:
recuerdos de fiesta,
comida y otros
cotidianos menesteres.
La atmósfera es gris,
los vidrios se empañan
y no de puro amor,
los paraguas no resisten,
se entumen los miembros.
Se aspira un aire gélido
y se expele un vaho
con el poco calor que
nos queda de vivos mientras
SOLO
Caminamos.

Estallan, se rompen,
golpean, castigan
a chompas y ponchos;
las grises nubes que
indolentes y quemimportistas
se agrupan en lo alto.
Creando descargas
poderosas de
ruido y mucha
luz, pasando
corriente entre
dos cuerpos unidos
por el azar,
que se besan con
la mirada mientras
SOLO
Caminan.

Lenta, suavemente
la llovizna que
cubrió las pieles
y agitó los corazones
de estos dos desconocidos
se pierde, desaparece.
El azul cielo
ahuyenta a las
pocas nubes,
el vapor se eleva
por los postes
y un tenue rayo
de sol anuncia
el retorno de la vida
a las calles ahora
pobladas de gente
que, como siempre,
SOLO
Camina.

martes, 28 de octubre de 2008

un minuto

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foto por luciérnaga

Dos aceras de una misma avenida. Los rayos del sol parecen convertir el asfalto en caldero, mientras decenas de autos separan por 1 minuto –tiempo que dura la luz roja de un semáforo- las vidas y muertes de dos personajes desconocidos.

Ella y él miran al frente en busca de su meta: el otro lado. Y durante la travesía entre buses y autos de colores, torpemente sus ojos se encuentran, se reconocen y luego con temor se rechazan. Él observa al auto deportivo que cruza a toda prisa. Ella al mecánico hombrecito de rojo que le indica esperar todavía.

Los segundos pasan y la impaciencia de ambos es evidente cuando al unísono giran al semáforo vecino que sigue en verde. Vuelven a encontrarse, pero esta vez mantienen sus miradas por tres segundos, tiempo suficiente para que ella, descubra los bellos ojos verdes que el hombre oculta bajo sus lentes y para que él, encuentre simplemente encantadora la sonrisa de la muchacha de mameluco y mochila, que reacciona riendo ante el piropo de un peatón.

El calor no solo eleva la temperatura, las miradas les chispean con ardor. Al instante, cientos de hormonas abandonan multicolores los cuerpos impávidos ante una luz y se lanzan eróticamente a los vehículos detenidos. Choferes, copilotos y pasajeros abandonan sus lugares y comienzan a amarse con total desenfreno. El tiempo detenido permite un disfrute de horas en solo segundos.

La luz cambia a verde y todo vuelve a la normalidad. Un rostro de satisfacción se evidencia en el tráfico y al iniciar su intercambio de mundos, la rapidez de los pasos de él y ella hace que sus hombros se acaricien sin querer. Continúan caminando sin voltear y conquistan la acera que antes perteneció al otro. Las nubes refrescan sus almas con un poco de sombra y solo esperan a que un nuevo semáforo encuentre a dos personas y para que sea posible escribir un minuto de amor sobre las furiosas y transitadas avenidas.

martes, 21 de octubre de 2008

aErOpUeRtOs

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foto jocha de: David Guzmán

Para la nena linda...
La compañera de lucha,
que desde nueva trinchera,
nos enseña que no existen fronteras...
Para el resto de la familia,
abrazada en distintos
sueños del mismo pupo.


Todavía nos une el llanto,
Nos homogeniza el dolor,
Nos parte el alma
Por igual la separación.
Terminales palpitantes,
Catacumbas de adioses
Altares de bienvenidas.
Al nacer lágrimas,
Al partir lágrimas,
Al morir mares salados…

Counters sombríos,
Maletas con testamentos,
Trenes de aterrizaje chillones,
Mallas de migrantes expectantes,
Volar solo para entrar en conciencia
De que en el retorno está
El definitivo adiós.

martes, 14 de octubre de 2008

salsa

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Foto por: luciérnaga

Se encienden las estrellas,
Se apagan los motores,
La Mariscal se embulle glotona de
Miradas, pasos, encontrones.
El tiempo kaotiza,
En sube y baja emocionales,
La piel se erotiza, los poros incitan…

La cómplice música con sus bongoes,
Sus negros y su clave,
Congrega una secta de reivindicación de la
Bohe-mía y la comunión del cuerpo…
Donde Changó, Ochún y Oricha
Llenan de colores de fuego,
Sol y nieve los latidos del corazón.

Caderas-dientes se muerden unas a otras,
Comen, mastican y degluten.
Pies-hormigas encuentran camino a seguir,
Sin hablar, unos tras otros.
Manos elásticas contorsionan,
Cual equilibristas
Sobre soga invisible.

Una sopa primigenia
De sudores, olores y sabores
Unos amores peregrinos,
De ocasión, de invención…
Unos solitarios de siempre,
Unos locos de nunca…
¿Acabar?

Mientras las estrellas chismean,
La Virgen de Legarda calla sus ganas,
En su frigidez de piedra y frío de páramo.
Y el Pichincha, viejo y pícaro sabio,
Recuerda a la nívea Cayambe,
A la Mama Cotacachi,
Y las anhela vehementemente.

Y abajo se funden las pieles
En un amor puramente carnal.
Y vuelven los andróginos
A dominar y ser dioses
De rabos de luna plateada,
Libres de castigos, moralismos
Por agotadoras horas.

Con el último latido del timbal,
También agoniza el deseo…
El clímax la ciudad,
Parte las pieles,
Rompe el conjuro…


¡Hasta la vuelta Señor!

lunes, 6 de octubre de 2008

.. mar ...

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Foto jocha de: Omar Arregui

“Volver a enfrentarte con tus huellas y
sentirlas completamente indiferentes y ajenas”


Aves prehistóricas sobrevuelan sobre el celeste espejo salino,
Aviones de ataque contra soldados de aletas y escamas,
Clavados en picada, como flechas…
Como suicidio colectivo en busca del pan para sus críos…
Y al fondo… Volcanes que emergen del agua y rompen su línea horizontal.

Palmeras diosas que mecen sus cabellos verdes y esconden
en su sexo el néctar de la vida en redondas cabezas de piedra.
Diminutos seres que bajo tu manto generan vidas,
ciudades de ultramar o arena…

Sal que guarda historias momentáneas, camino de huellas indescifrables,
Deseos turbios, desvelos con dedicatoria y atardeceres sin compañía…
Mar límpido, azul turquesa que se transforma en blanca nieve
y choca con las negras rocas fosilizadas que parecen anhelar
una caricia o se mimetizan con la gris arena y desaparecen
en un beso instantáneo…

Mar de pescadores con pies de caucho,
con olor a azufre y manos de mago…
Mar de pieles de colores, mar sin racismos,
sin objeciones, prejuicios ni supersticiones
Mar que abres tus piernas y ofreces el paraíso

pero solo a pocos guardas, sumerges, ahogas en tu muerte de privilegio.

domingo, 28 de septiembre de 2008

semana santa

El rastrero sonido de las cadenas en el asfalto marcaba el compás de la procesión que después de dos horas y cuarto no vislumbraba final. Era Viernes Santo en la ciudad y las calles más llenas de paraguas que de gente evocaban una devoción de tiempos pasados con su novelería hueca de siempre.

Tomaba apunte con un gran detalle de los rostros, colores y elementos del ritual con alguna esperanza vana de publicación en el diario antes del cierre de las 16:30. Yo, la asistente que con mi minúscula cámara intentaba batirme duelo con decenas de Goliats que con sus gigantes lentes empequeñecían mi alma.

De lejos, don Rodrigo, con sus años encima y su no poco ignorable cámara realizaba a la perfección las tomas que yo haría mucho mejor si tuviera su lugar.

Desde hace 6 meses que trabajo para el medio hago lo propio. Cubrir desde mi rincón oculto, en este caso, la Vargas y Esmeraldas, con mi libreta de papel Kimberly, mi cámara digital de solo 3.2 pixeles y siempre más anónima, más retraída e insegura. Escribir mis fantásticos reportes que luego procesaba hasta la madrugada pero que nunca me atrevería a presentar.

Hoy los conté, sumaban ya 66 mis escritos. No se si el pasar como un fantasma toda la secundaria y la mitad de mis actuales estudios universitarios, me acostumbraron a ser el mejor testigo silencioso de los eventos, pero como fantasma igualmente a ser la más imposibilitada para comunicarlos al mundo mortal del cual formaba parte.

La multitud desordenada y renuente a permanecer en su vereda obligo a un enjambre de cucuruchos a detenerse por un largo momento. El más agradecido era sin lugar a dudas el Cristo de turno quien, aunque lleno de pintura roja y latigazos ficticios de piola, estaba francamente exhausto.

La particularidad de ese rostro fue suficiente para el asalto de varios lentes que ajenos a cualquier solemnidad o religiosidad convirtieron a los personajes en modelos y al centro de Quito en estudio. Acabaron en minutos varias memorias y rollos a su antojo.

Mientras la mayoría de fotógrafos se embrujaron con el Cristo, yo me sentí atraída por los pies desnudos de los cucuruchos. Sigilosamente y agachada al máximo, entre la multitud tomaba sonrientes, cansados, blancos, sucios y duros pies sin estorbos ni competencia. Al menos aquí tenía la exclusiva.

Por fin llego el día, San Viernes. Hoy encontraré la fotografía que me permita irme de vacaciones. El sol es insoportable, creo que en esta esquina aguardare el paso de todo… Solo debo encontrar ese algo que nadie aprecia y estaré del otro lado.

¡Pobre hombre! Encima del cansancio de cargar tremenda cruz a hombros, le toca posar. Estos típicos gringos que con sus rizos creen poder estar en medio de todo. Seguro que ni entiende la razón de todo esto. Simple folclore, simple turismo…

A sus adentros, tal vez ni siquiera él entendía algo. Tomando su gran lente angular y haciendo una cola a sus largos cabellos lacios, se abrió también entre la gente que sin chistar observaban extrañados al flaco hombre. El gran parche negro de este fotógrafo sobre su ojo derecho era en definitiva singular y le daban más prestigio entre el gremio que al notar su presencia hicieron venia al recién llegado con un espacio en la montonera frente a don Cristo que ahora hasta sonreía por tanta atención prodigada.

Para no hacer sentir mal a nadie, solo tomó 5 fotos despreocupadas y se alejó. Los otros, dudosos, no sabían si seguirlo o permanecer absortos. Al parecer, este viejo no podría ser tan importante como el ‘gringo’- como ellos pensaron.

Mientras caminaba en busca de ‘algo’, lo que fuera en los morados rostros encapuchados del desfile, una silueta minúscula y escuálida de rodillas obligo a su único ojo a girar. Parecía estar suplicante frente a un anciano cubierto. Al aproximarse descubrió una pequeña cámara digital entre sus dedos.

La humildad de su silencioso trabajo y la forma en que daba después las gracias a los pies-hombres que fotografiaba lo conmovieron e interesaron, pero nunca pudo verla de frente. Se quedo de pie y su único ojo la siguió con la mirada…


***
Si estos callos hablaran, seguro entenderían menos o más la razón de este maltrato extra… ¿Por quién caminamos? No vemos trabajo, ni pastizales, ni lugar de destino… ¿a dónde vamos?

¡Que tonta! Seguro ni entienden que hace esta flaca intentando un dialogo con ellos a través de este aparato. De todas formas, yo hablaré por ustedes, hoy contaré la Semana Santa desde abajo, desde sus mundos dispares.

Y saliendo del asfalto continuo agachada por la vereda ahora moviéndose con dificultad entre los curiosos para saludar con su minúsculo lente a las zapatillas, sandalias, medias, mocasines y a cientos de olores que se mezclaban con la basura y el ladrillo del bordillo. Después de unos minutos más, guardo la cámara en su shigra y empezó los apuntes en un cuaderno de tapas verdes… Su rostro se iluminó por un débil rayo de sol que traspasó una nube…

***
¡Es linda! ¿Sera de algún medio? Debe ser nueva, no la he visto antes por aquí… Me gustaría ver sus fotos, pero nunca me las mostraría, así es entre nosotros.

Y al sonido de un bombo, el lastimero canto de la banda reanudó el paso de cruces y anónimos mártires en la procesión y para el resto de feligreses que rompían las filas para seguirlos hasta la iglesia. Momento para un café.

El hombre del parche perdió de vista a la joven. Desilusionado se fue al Café Modelo a fumar un poco.


***
Podría armar un fotoreportaje… Solo pediré una buena taza de café y empiezo a redactar, con suerte terminaré antes de las tres.

Sonriente y con su café a un lado, escribía inspirada, engañándose a si misma de ser tomada en cuenta para el cierre de edición. Ni siquiera se atrevería a ir.

¿Tomar fotos de pies es algo irreverente? Debes ser muy buena.

Sonrió tímidamente al escuchar por primera vez en su vida un piropo de alguien que había notado su presencia. El parche negro la intimidó aún más, sabía perfectamente quien estaba en frente suyo.

¿Puedo acompañarte mientras termino mi cigarrillo?

Sí claro, no hay problema.

Supongo enviarás este material a algún medio, veo que hasta redactas una nota.

Aún no estoy segura, soy independiente.

Por favor, dímelo, solo quisiera comprar la revista o periódico en que vas a publicar, creo que tus fotos serán muy interesantes.

Si quieres, te las puedo mostrar… Y extendió su cámara para que él la tomara.


***
Mientras recorría el slide de fotos, lo entendió todo. Al iniciar las fotos de los pies, la del anciano fue su favorita. Esa era la foto de sus vacaciones...

Llegó la noche después de una tarde de garúa continua, propio de los Viernes Santos. Ambos salieron del café sin rumbo fijo.


***
La portada de una revista conocida de la capital mostraba un par de pies envejecidos semanas después.

El hombre del parche negro disfrutaba de sus vacaciones en una montaña de la serranía y, la joven tímida continuaba su sigilosa tarea en aires lejanos de su ciudad natal.

De pie en su rincón oculto, ahora, en la Primera Constituyente y Velasco. Con su libreta verde de siempre, anónima y tímida, pero con una pesada cámara con lente gran angular entre los dedos y un material que entraría a las 18:15 al cierre de edición... Esperaba el regreso de Joaquín de sus días libres.

FIN

viernes, 19 de septiembre de 2008

cuando el hueso llora...

cuando el hueso llora
Foto jocha de: David Guzmán

Cuando el hueso llora,
arde en calores y
éxtasis no conocidos.
Cuando el hueso llora,
se hinchan los músculos
en un abrazo de cobijo.
Cuando el hueso llora,
brotan lágrimas de leche,
crecen raíces de calcio,
se mece cual infante.

Cuando el hueso llora
y te empeñas en acompañar sus lágrimas,
sientes como se desmiembra a hilachas,
tiritas y tirita a la espera de una pronta
reconciliación con la dermis.

Cuando el hueso llora,
como parada obligatoria,
es sabio escuchar sus gemidos,
sus enseñanzas de girasol y menta.

Cuando el hueso llora,
a veces se torna violeta,
rojo, azul, melocotón,
olvida sus penurias e
inventa formas de alegrarse.
Cuando el hueso llora,
se viste de nariz,
se bebe una sandía,
se pierde en una ronda…
Cuando el hueso llora,
su sanación es un milagro
de juegos, besos, sondrisas
y abrazos de niños imaginarios.

lunes, 8 de septiembre de 2008

...hastío...

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foto por: luciérnaga

Cuando un cielo gris duerme dentro de la casa
Y los libros-bestia viven en el abismo,
La tierra pare y se parte en verde.
Huyes del todo para olvidar el aire negro,
La cumbre triste muere por la noche
Y los labios nacen entre lágrimas e ilusiones.

viernes, 29 de agosto de 2008

café

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foto por: luciérnaga


Es hora de tomar un café...
Para abrazar a la nostalgia
en sus absurdas imágenes,
siempre llena de negativos,
blancos y sobretodo negros,
mate de recuerdos.
Celebrar la amistad y
sus inconsistencias,
el amor confuso,
el deseo de eternizar
la mínima chispa de
felicidad o su intento.

Acompañar su aroma
con el humo de un
cigarro que te consume
en las ganas de lo prohibido.
Y fumarlo sin cuernos,
pelos o siquiera fantasmas.

Es hora de tomar café...
para terminar un ciclo,
dar la última vuelta a
la rueda de una serie
de tropiezos, sustos,
gustos
y casi ningún acierto.
Liberar a los que amamos
de nuestras cadenas de yoísmo,
echar un par de lágrimas, mil
disculpas, dos silencios.... siempre,
siempre silencios.
Ahorcar las manías
por un rato prolongado,
sacar el pie derecho del baúl
y empezar a recoger pasos
masacrados o parchados.

Es hora de tomar café...
Por el simple éxtasis de
vivir el vicio envolvente
de su amargura morena,
y la dulzura de su
color asfixiante.
Absorber su vida evaporada
por las narices y sentirte
en un momento traspasado
a extensas llanuras de
negros recolectores.
Detener por una hora el paso
del click-clock... y de a sorbos
sentirte al menos dueño
de un pequeño espacio
reducido al peso de una
taza de café.

martes, 19 de agosto de 2008

claúsula olvidada

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Foto por: luciérnaga

Gonzalo prende una vela para abrigar la alcoba. Un tímido lirio blanco parece flotar en la oscuridad de una esquina. Camila se coloca una diminuta pijama violeta, prende el televisor y coloca una película francesa en la pantalla. El ruido del idioma extraño, evitará los silencios tortuosos y más aún, los diálogos innecesarios en este ‘estricto’ intercambio de servicios y carencias.

Amigos de años o de nunca. Con ganas de siempre y Rafael, el ex de Camila y mejor amigo de Gonzalo como pretexto perfecto para evadir el amor.

Meses desérticos de sexo. Un encuentro casual en el MSN. Un chiste malintencionado, tal vez dos. Una insinuación descuidada. Una verdad revelada. Una necesidad indecorosa. Un departamento libre. Una tarde de escape.

El calendario marcó las 15:00 del 5to mes del 5to día. Un cólico repentino. Un viaje de trabajo. Ambos inventados y suficientes para que un par de sexos llenos de humedad pero faltos de complicidad, se intercambiaran más adelante.

Camila llega primero al café. Ese lugar que por meses la ve arribar sola, pasar horas divagando en sus libros del momento y luego marcharse igual. ‘¿Lo de siempre?’, pregunta el chileno después de un hola afectuoso. ‘Sí’, responde mecánicamente. ‘No, mejor no’. Revisa rápidamente la hoja-menú. ‘Tráeme un mojo’.

Diez minutos intentó concentrarse en las pinturas del lugar, en juguetear con el fuego de la vela de su mesa, en tararear a Silvio que se escuchaba de fondo, pero nada. Solo el sorbo largo y continuo del mojo hasta su final, paró la tembladera de su rodilla derecha.

Suena el celular. ‘Sí, ya bajo’. Se levanta. Toma su enorme mochila. Paga la cuenta y corre por las gradas. Tras la puerta, se detiene un segundo. Respira hasta las costillas y se dibuja una sondrisa.

‘Hola! Que más?’, dice y la besa en la mejilla. Pone primera y arrancan mientras comentan los temas de rutina. El trabajo agotador de Gonzalo en el diario. Lo corrupto de la ONG de Camila. El divorcio de Gonzalo. Lo bien que está Andrés, esposo de Camila. Las crisis, los pasados, las nostalgias... Al fin llegan.

Es un conjunto privado de casas casi en la salida de la ciudad. Gonzalo consiguió ahí un mini departamento ultrabarato pero encantador. Gira la perilla con la llave y Camila enmudece al ver una escalera de caracol que desde el centro de la sala parte al mismo techo. Cojines en lugar de sillones, un gran estante de libros y tras una pared de cristal, una cama silenciada por las siluetas de la tarde.

Gonzalo se adelanta a la cocina y regresa con una gran flor blanca. La deposita sin discurso en el regazo de Camila. Ella desde el cojín, no se anima a verla. Rebusca unos papeles cualquiera, para mantener las manos vivas y el corazón lejos.

Los preludios a esta hora están de más y los minutos avanzan.

Camila lo toma de la mano. Lo lleva a la habitación. Se desnuda con naturalidad. Se coloca la pijama y se mete en las cobijas. Gonzalo metódicamente se saca el pantalón de vestir, la camisa negra, los zapatos lustrosos. Los coloca casi casi doblados en una mecedora que yace al pie del lecho.

La sigue al interior de la cama. En su desesperación no acierta a más que estrecharla. Un abrazo embrionario la estruja con la fuerza de su gran tamaño. Camila, flaca e indefensa, se deja sentir. Se mantienen así por varios minutos.

Pronto, los dedos comienzan a perder la desconfianza, lo atrofiado de la falta de uso. Empiezan a deslizarse ágilmente por brazos, cuellos, piernas, pies y nalgas. El resultado es fabuloso. La sincronía casi mágica. Se entienden a la perfección.

En no pocas horas después, duermen exhaustos… Ella, con su cabeza sobre su pecho. Escuchando el corazón que todavía late agitado. Él, cobijándola con su largo brazo. Aspirando el perfume de su cabello sudoroso.

Anochece. Amanece. Se ducha ella. Él prepara el desayuno. La clave de La 33 alegra el pan rancio y los huevos desabridos que delatan la falta de experiencia del chef. Con ojos brillantes y palabra amplia vuelven a los temas infantiles. Sueños y las banalidades. Son deliciosos. Por un segundo todo parece posible.

Un chau. Un portón que se cierra. Una rutina que reinicia o se retoma. A Camila le queda el placer insuperable de un útero ultrajado a diestra y siniestra con consentimiento y un lirio blanco en la mano zurda. Gonzalo conserva en sus dedos, en su boca, el sabor del 7mo día de ovulación… O será del 14?

Pasan dos meses y medio. Gonzalo termina su primer editorial. Saca su celular del maletín. Llamada perdida de Camila. Le marca. No le permite hablar. Escucha silencioso la cláusula que olvidaron escribir. La biología no entendió de falta o exceso de amor. Camila no puede con la culpa. Confiesa. El muerto yace desde hace media hora, hasta la eternidad, bajo el césped de un parque de la ciudad.

sábado, 9 de agosto de 2008

ángel negro

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foto por: luciérnaga

“Porque también somos lo que perdimos
… o nunca tuvimos”


Fue hace un año que te escribí
la primera de mis cartas, ángel negro.
Y sigue siendo tan extraño
Que aún mis palabras no puedan
Regalarte un rostro o ponerte un nombre, ángel negro.

Nací sin conocerte, moriste sin identificarme
Cuando yo llegaba, tú partías, ángel negro.
Crecí sin tus sonidos, sin el reflejo de tus ojos en mi pupila
No impregnaste tu olor en la casa,
Ni ahuyentaste los monstruos del armario, ángel negro.

Pero la historia se escribe a renglón torcido
Y elegiste estar en todas partes, ángel negro.
Unas blancas alas le sientan bien a tu piel marrón
Que como una sombra siguen mis pasos,
Para saberlo todo sin decirte nada, ángel negro.

Voces alrededor te hicieron leyenda
Y no es que desconfíe ángel negro.
Pero la única huella perenne para mí
De tu culpabilidad en mi existencia,
Es un lunar sobre mi boca, ángel negro.

Frente al espejo te reflejo, te encuentro
En mi sangre que corre, ángel negro.
Cuando tu guitarra dialoga conmigo
Y se unen nuestras voces cual bolero
En las noches de frío, ángel negro.

Y aunque podría reclamar al tiempo
La escasez de mimos, ángel negro.
Me resulta difícil añorar tu sombra
O recorrer tus vacíos cuando solo
Falta lo que estuvo presente, ángel negro.

Fue hace un año en que te escribí
La primera de mis cartas, ángel negro.
Y sigue siendo tan extraño
Visitarte en el lugar donde no estás
Y decir feliz día papá, cuando solo eres un ángel,
Mi ángel negro.

sábado, 2 de agosto de 2008

El retorno definitivo de la niña de las medias violeta

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Foto jocha de Frin

"Una luna que con las mareas...
se convirtió en cometa"

Luciérnaga

Llevaba semanas, meses, años quizá encerrada en el frasco de galletas de la alacena. Ni el señor O, ni la inquilina de la casa, notaron su ausencia. Allí pudo de a poco, recuperarse del banquete del cual fue plato principal.

Había terminado hasta con las migas de las galletas de avena con pasas, sus favoritas; se lamió toda la crema de las de chocolate; les mordió todos los bordes a las de coco. Cansada, incómoda y un tanto ciega por la falta de luz, la niña y sus medias violeta salieron gateando nuevamente a la vida del mundo exterior.

Estiró sus largas y ahora hormigueantes piernas, abrió bien despacito sus ojazos de capulí y pronto al reencontrarse y re-sentirse en las maravillas del O2, el cielo azulito y la tierra renegrita, sus dientes chuecos volvieron a brillar…

La casa-caracol estaba sola. Su dueña, últimamente, andaba muy ocupada, con responsabilidades y ocupaciones de a gratis. Harto polvo y seres multipatas merodeaban los curiosos pasos de la niña que con dedos, ojos, orejas, labios, tomaba objetos y les inventaba nombres que solo ella entendía.

Al final de su caminata, llegó a la puerta de la calle. En la vereda yacía parqueada una verde bicicleta oxidada. Estaba triste y lloraba a piñón y un cuarto. Su dueño la había abandonado ya hace varias lunas. Muchos la habían observado, pero nadie se animaba a adoptarla.

La niña, traviesa como todo infante, inició un diálogo con la cleta mientras trataba de entender el mecanismo de funcionamiento del extraordinario aparato lleno de círculos y metales. Finalmente se animó a dominarla y, aunque su cuerpo era pequeño y casi casi no alcanzaba el volante, sus largas piernas lograron iniciar el pedaleo.

Se creyó pronto una perfecta equilibrista, una maga de la velocidad, una diosa del movimiento… Todo iba perfecto hasta que un haz de luz chocó con ella, haciéndola caer en una voltereta, al enredarse nuevamente sus medias violeta.

Inició una rabieta de guambra malcriada. Lágrimas blancas corrían por sus rosadas mejillas y gritos se ahogaban en una cuchara donde terminaba la calle. Pronto, 5, 8, 13, 20, 26, decenas de niños la rodearon preocupados. Le preguntaban el nombre, pero ella ni hablar podía. Por sus colores, le llamaron Violeta.

Eran niños multisabores: chocolates blancos, negros, amarillos, pintaítos y hasta bicolor. Salieron de algún rincón del cajón de su ‘niño interior’ al estrellarse con la cleta. La colmaron de francas miradas, abrazos de oso y depositaron en su boina negra, toda la fe que le tenían.

Y a pesar de su horrenda pataleta, uno de los pequeños se enamoró profundamente de ella y le regaló una dulce paleta. Después de una lamida, ella le devolvió una sondrisa coqueta.

Se incorporó y limpió la tierra de su vestido cortito y sus largas medias. Y al guardar en su corazón aquel manjar, después de darle un beso se convirtió en orquídea azul y Violeta despegó cual cometa.

miércoles, 30 de julio de 2008

mecenas de lluvia

Para 'mijolindo' y los otros locos poetas de la canción,
por una semana para reivindicar la esperanza en los sueños...
Y para aquellos locos que acolitamos a éstos en su misión.



trovador
Foto por: luciérnaga

En tiempos de realidades virtuales,
mercados globalizados y bisturí a domicilio,
los antiguos oficios arte-sanos,
de solidaridad compartida, yacen muertos.
solo Natura que en huelga permanente
se niega a adaptarse y conformarse.
Misionera, se reparte sin poses,
meretriz, se abre entre montañas,
maga, aparece cuando le da la gana
mecenas, favoreces al trovador
en su canto de esquina, de penal,
de trinchera y ruiseñor.

Tu purificante baño andino,
ritual de cascada de cielo cotidiano,
mantiene en estos cuasi-artistas
los derechos compartidos,
la piratería como institución,
los bolsillos llenos de panas,
vacíos de plata.
Promotora de conciertos clandestinos,
con marketing de perifoneo,
auspicio de pan en casa prestada.

Tus nubes, vientos y gotas invocan
composiciones que llegan
como epístolas de desamor,
como diarios personales,
como citas psiquiátricas,
de los malestares de nuestra cultura,
de la patria chica y grande,
siempre y nunca
de uno mismo.

Tu percusión, tu llanto contra
veredas, techos y valles inspiran
canciones sabor a maíz,
a manzana verde,
a leña y carbón,
a conejo de luna llena.
Corean versos sobre desnudez,
sobre urgencias de un
otro igual que acompañe
a abrigar el viejo colchón.

Tu pintoresca coloración,
tiñe de vivaces reflejos
a las plazas atardeciendo.
En una celebración de lo cotidiano,
de acordes felices de dulce galleta,
de tristes pasillos de maracuyá,
para mujeres musas, brujas,
-escaramuzas-
Mujeres violetas, verdes,
pardas pero siempre claras.

…Eres ‘mala compañía’ de tabacos,
tragos, vuelos, cafés e insomnios…

Lluvia que desde el pupo del mundo
acoges a seres caminantes,
juglares urbanos,
predicadores de la irreverencia,
excéntricos de la normalidad,
simples y vitales seres humanos.
Tu fina garúa les besa sabor a queso,
les abraza fría con páramo y deja
una chamiza con guitarras mojadas
-pero llenas de ganas-
y un rinconcito de quiteñidad bohemia.
Para seguir con las complicidades,
los cantos de vida,
los amaneceres de hermandad,
y su fe en las estrellas,
como única alforja de recorrido
en una América multicolor.

Lluvia junto al sol,
te vuelves mariposa de color
para el gris trovador.

Julio 28, 2008.

sábado, 26 de julio de 2008

última caricia

luna lunera

Foto por: luciérnaga

Cuando la impavidez del transporte urbano

Ahoga y perdura en su engaño-truco

De movilidad, estrés y rutina.

Cuando el obrero cansado cree

Que huir al hogar es su única salida.

Cuando se encienden los faroles

Para apagar a estrellas y luciérnagas,

Cuando crecen los tejados con sombras,

Marañas y otras lagañas exiliadas.

Nace una luna diente de oro

En medio de una carcajada azabache.

Luna siempre solitaria, pollito huérfano,

Empachada de inocencia de mimbre.


Cuando el hambre callejera

Se refleja llucha frente a escaparates.

Cuando ventas ilegales, ambulantes

Gruñen entrañas vacías de afecto.

Cuando agua de panela con cuchara

Es el único combo de la vieja lavandera.

Cuando sabuesos callejeros y niños

Inventan bacanales de basura.

Nace una luna queso de ambrosía,

Luna galleta de avena, rocío de miel.

Luna natilla, flan de caramelo,

Bizcochuelo, manjar de leche,

Cuento consolador del abuelo.


Cuando el indio reniega de sus huellas,

Luna maíz, mazorca perfecta, preñada de Inti.

Cuando el negro restriega su piel,

Luna obsidiana, grano de café, rostro de Pacha.

Cuando el mestizo no se encuentra,

Luna fanesca, péndulo constante, wipala sinfín.

Cuando el cristal de la buseta

Es una pantalla de cine mudo,

Y la córnea una danzarina

De casas, autos y montañas.

Nace una luna girasol, mariposa,

Luna quinde, aleteo imperceptible,

Que se suspende en el vacío.

Luna botón de oro, en levita oscura

Engalanada para un baile de tuertos.

Luna que al día siguiente de parida,

Voltea su mirar al sol envidioso

Para robarle un último beso antes de

Comerse de nuevo a sí misma

Y soñar la negritud de su circular condena.