lunes, 26 de enero de 2009

huellas

mar y playa
foto por luciérnaga

En medio de una nueva tarde de entrenamiento que con un cielo gris-oscuro amenazaba convertirse en tormenta; coloqué la capucha de mi chompa azul sobre mi cabeza, ajusté bien las agujetas de mis zapatillas y luego de una honda respiración coloqué pie en la húmeda arena de la pista de atletismo que tantas tardes compartió cansancios conmigo y hoy mostraba un ambiente de celebración.

Efectivamente, en este preciso día se cumplían 5 años desde que mis carreras dejaron de huir de un castigo o jugar a las “cogidas” y tornaron a ser una forma de vida, la única que me era posible. Así, a pesar del torrencial aguacero, inicié el calentamiento, no sin percatarme en medio de la soledad del parque, de la multitud, centenar de huellas que invadían el total de la pista y señalaban toda una metáfora de vida, de mi propia existencia y la de todos.

Pues sí, al final de los días, cuando los años se cargan ya a tres pies, al dar otra vuelta más a la ruleta que llamamos vida, te encuentras con miles de pasos confundidos en el inmenso arenal. Entonces comprendes lo pequeño del mundo donde todos andamos el mismo camino pero a tiempos diferentes... O en una única pista en la siempre has andando solo con tus huellas, es un perfecto mapa que se muestra ante ti como un espejo inmaculado e inamovible que te refleja al desnudo.

Al completar la primera vuelta y acelerar el paso, reconocí con ayuda del lodo formado, mi zapatilla derecha que ingresó solo hace unos minutos al sendero y mientras mis pies caen suavemente amortiguándose con cada asentón, una película de vida vestida de zapatos atraviesa mis venas llena de sangre que circula a velocidad: primero a gatas, luego a pie; de tanto en tanto caminando, casi siempre corriendo; con un par de palmas extra ante algún tropezón, con un pie solitario cuando estaba cojo y a veces con rastros de humedad de una que otra lágrima arrojada. A veces van de paseo, otras huyendo, algunas de cangrejos que añoran un pasado sin futuro o de bruces o narices que para atrás ni para dar impulso... Con mucha suerte descalzos y transparentes al sentirse liberados.

La misma lluvia que hoy se desliza por mis mejillas y refresca mi lengua con su sabor a tierra viva, borrará mis pisadas como lo hizo con mis antecesores, pero sé nunca podrá dejarles sin el olor de mi cuerpo, su sudor, sueños y desvelos.

Con el paso de los minutos, las gotas cristalinas que van menguando su fuerza, se entremezclan juguetonas con unos débiles rayos de sol, formando un arco multicolor que me exige mirar hacia el cielo y recordar pisadas que anduvieron junto a mí y echaron a volar con el viento... y a veces se extrañan tanto. Con el tiempo, la memoria te hace recorrer los senderos andados para terminar recogiendo tus pasos, auscultándolos con lupa, reviviéndolos o caminándolos nuevamente o añorando lo que fue y ahora no lo es más...

La llegada de la luz y el calor, hace aparecer de poco a niños y jóvenes que juegan al fútbol y a otros seres con sus mascotas, parejas de novios, transeúntes normales y el ruido de los autos y movimiento de la ciudad retorna a paso fuerte... Y yo que olvidé que trotaba por volar en mis pensamientos, decidí recorrer por última vez el trayecto de esa tarde y reencontrarme con mis huellas y para sorpresa mía encontré un par de pisadas extra junto a las mías... Eras tú, mi compañero de siempre, que igual que hoy andabas a mi paso, silencioso, pero siempre a mi lado desde hace mucho tiempo aún sin yo saberlo.

1 comentario:

Joy dijo...

oooh!, la Gio, este post si me encantó, me pareció tan cierto eso de que todos andamos por el mismo camino solo que en tiempos diferentes!..., ay, y no hay nada más lindo que descubrirse al descubrir al ser que se quiere a nuestro lado :)

Saludos!!