lunes, 11 de mayo de 2009

Dentro del cristal...

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foto por luciérnaga

A veces viajo en autobús y no me pierdo en el más allá de mi nariz: las mágicas montañas que bordean la fría ciudad, las construcciones nuevas y antiguas, las infinitas avenidas de autos, la gente normal y corriente que sigue su día a día. Es entonces cuando descubro otra realidad dentro del cristal de la ventana. Un mundo alterno y a la vez idéntico, a blanco y negro, sin sonidos, con movimiento y vigor.

Los observo y todos están allí: desde el chofer de gracioso bigote hasta la señora que sube por las gradas, paga el pasaje y tiene un pequeño en los brazos. Su naturaleza es extraña, aparece justamente cuando me olvido de su contundente transparencia, gracias a los juegos de sombras y reflejos.

Yo también estoy allí. Si me muevo, ella se mueve, si giro, noto que gira también, pero me observo y me desconozco. Trato de tocarla con mis yemas temblorosas y un frenazo rompe el encanto, casi chocamos con otro colectivo. Me fijo otra vez en el más allá del vidrió y noto el miedo en los rostros del otro bus ante la fallida colisión. ¿Alguien habrá notado la existencia del alter mundo, considerado el estremecimiento de sus “otros” ante la posible destrucción de su comunidad de cristal? Después de una pelea de unos cuantos segundos más, logran rebasarnos.

Ahí estoy nuevamente, ahora descubriré su juego. Junto mis palmas con las suyas, me transmite su frío aunque no deja de mirarme con calidez. Me voy acercando poco a poco, mi aliento vaporoso distorsiona su imagen. Toca mi nariz el ventanal, está fría como un perro callejero. Giramos sin dejar de tocarnos, siento sus lisas mejillas y cierro mis ojos para ver si escucho su respiración o su latido. Comienzo a hablarle en voz muy baja, le cuento mis secretos, pero se mantiene inmune. No pronuncia una palabra, no quiere hablarme y me alejo.

El bus está detenido, no sé hace cuánto pero me encuentro sola y es de noche. Veo al frente, el chofer mira a través de retrovisor y sin necesidad de palabras me invita a bajar. Tomo mi mochila y caminamos juntas desde el último asiento hacia delante.

Le digo adiós, responde una voz masculina. Giramos y cada una vuelve a perderse en sus sombras. Yo, en mi realidad llena de colores y ruidos inútiles. Ella, en medio del olvido invisible y mudo de un cristal.

1 comentario:

rich@RD dijo...

UNmundoSInombreNIapellido,UNmundoQUEkisaNOmiremosMASallaDEloQUEda...

bacanLOKITA...