
foto jocha desdelpupo
Era feliz. Había terminado de colgar la última prenda en el pequeño patio interior, cuando lo descubrió. El reloj marcaba las 10:33. Los pisos relucían de limpios, el sol brillaba con gran esplendor, Jack Johnson le acariciaba los oídos con su alegre timbre y la gata dormía plácidamente en el cojín del rincón.
Era feliz y la felicidad pesaba más que las noches de desvelos, que las lágrimas lavadas y las cien mil actividades cotidianas que hace par de años enfrentaba con angustia. Era feliz y era más grande de sobrellevar que la ausencia de definitiva de su madre y ahora se había vuelto más dolorosa que el haber dejado partir al amor de una vida por elegirse a sí misma.
Era feliz y todo era como lo había pensado: cada rincón de su refugio, cada segundo del día, cada acción encaminada al cumplimiento de sus anhelos más profundos y por fin libre. Era feliz pero solo hoy, cuando se sentó frente al portal embellecido de verde, empezó a llorar y llorar sin razón.